sábado, 31 de diciembre de 2016

'La doncella' | Park Chan-wook

La finura del engaño, la delicadeza del deseo


La avaricia y la pasión miden sus fuerzas como motor de la acción humana. Desde Corea del Sur llega al cine La doncella, dirigida por Park Chan-wook. Esta película plantea una trama inicial de cine negro, que luego deja paso a un triángulo amoroso-erótico y que después apunta mucho más alto tanto en lo argumental como en lo estético. Como mínimo, este largometraje sorprende ya que en nuestras pantallas no se acostumbra a exhibir cine asiático (los diálogos de la versión original mezclan coreano y japonés). Pero el calado de esta cinta es mayor que este dato anecdótico.

Kim Min-hee y Kim Tae-ri en La doncella.
Tan solo una pincelada sobre el argumento porque los giros de guión son numerosos. La doncella se ambienta en la Corea de los años treinta y se inicia cuando la joven Sookee entra a trabajar como criada de una japonesa adinerada, Hideko. Pero en realidad, Sookee está compinchada con Fujiwara (un estafador que se hace pasar por conde) para engañar a Hideko y quedarse con su dinero. Esta, por su parte, vive recluida en una mansión y absorbida por su tío Kouzuki, un hombre obsesionado con la literatura erótica.

Estos son los cuatro personajes principales de la película. Son individuos muy distintos, marcados por sus arrebatos (de deseo, de ira), pero con una característica en común: no muestran su verdadera cara a la primera, por lo que la película es una línea ascendente de sorpresas finamente hiladas. No quiero desvelar nada más de la trama, que en sí es bastante entretenida. Pero sí puedo decir que es una historia de amor intensa, con momentos extrañamente cómicos y violentos, y que combate la apropiación masculina del placer de la mujer, la idea de que su sexualidad está regida bajo la batuta del hombre.

Ha Jung-woo y Kim Tae-ri en La doncella.
En el aspecto formal, Park Chan-wook emplea planos elegantes, muy medidos, con bastantes encuadres en los que el escenario adopta motivos geométricos (una hilera de árboles que se iluminan con los faros de un coche que avanza, unas puertas que se abren dejando ver otras puertas detrás). La realización es soberbia, como también lo es la producción: la recreación de la mansión coreana de época, la indumentaria oriental, los objetos (incluidos los sexuales). Es una película extremadamente bonita de ver.

La doncella consigue algo que suena arriesgado: mezclar géneros cinematográficos. Contiene suspense, erotismo, romanticismo e incluso algún momento cómico o alguna escena que recuerda al cine de gánsteres. Park Chan-wook tiene la habilidad de hacer malabares sin ningún reparo, de mostrar tanto escenas de exquisita sutileza como otras más extremas, de reunir personajes que rozan lo exagerado, de combinar colores con encuadres matemáticos, de buscar deliberadamente una carcajada en un momento de alto dramatismo.


La doncella alcanza cotas de belleza muy elevadas, no solo en lo visual sino también en cuanto a la historia de amor y liberación que narra. Hermosa y sensual son dos palabras con las que podría definirse esta obra cinematográfica coreana, de estética luminosa y trasfondo oscuro. Una película compleja que a la vez divierte, que parte de un engaño para terminar con mucha verdad humana.

La doncella (Corea del Sur, 2016). Título original: Ah-ga-ssi. Dir.: Park Chan-wook. Int.: Ha Jung-woo, Kim Min-hee, Jo Jin-woong, Kim Tae-ri.

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