Famosos que no saben qué hacer con su fama
Una actriz en efervescencia, otra en su madurez, otra en olvido y decadencia. Un actor que quiere comprometerse con la sociedad y otro que dice estarlo. Los caminos de estos personajes se cruzan en torno a una versión teatral de Eva al desnudo y las dudas sobre si firmar o no un manifiesto en defensa de los artistas. Este es el escenario en el que se desarrolla Farándula, la obra por la que Marta Sanz ha recibido el Premio Herralde de Novela.
La autora se dedica en este libro a diseccionar el mundo de los cómicos, con sus miserias y sus contradicciones, sus rencores y sus rencillas. En particular, pone el foco sobre dos asuntos: el envejecimiento y el papel crítico de los intérpretes con respecto a su entorno. Y un dilema sobrevuela sus páginas: ¿está obligado el rico y famoso a apoyar en público las causas sociales y políticas?
Marta Sanz trata de ahondar en extensos párrafos en el discurso interior de los protagonistas de Farándula: se trata de personas resabiadas, atadas a una visión cruel e ingrata de la vida y el éxito. Para ello se sirve de la ironía y de una forma de escribir que avanza y avanza hurgando, destapando más mezquindades.
Echo en falta en este libro algo que cohesione todas las piezas. Los planteamientos de los que parten los personajes son atractivos e implican conflictos internos que, si bien están muy vinculados a la profesión del actor, son reconocibles para quienes no pertenecen al mundillo. Sin embargo, las tramas suceden sin que parezca que conducen a un fin común. De una forma u otra, todas hablan de los mismos temas, pero en conjunto no me da la sensación de que sumen un todo. Al terminar el libro, cada personaje queda a su aire (y su trama no siempre cerrada).
Farándula es una mirada descreída y verosímil al lado débil de los artistas y de su sector: cuando está en riesgo su éxito o su supervivencia, se descubre que detrás de los focos, del maquillaje y de los posados en la alfombra roja, corre agua sucia. Marta Sanz cuenta las cosas de forma tan torrencial y desvela tantas intimidades que uno quiere avanzar más páginas para saber qué pasa por la cabeza de esos individuos que, por mucho que brillen en pantalla, son de carne y hueso.
Farándula (2015), de Marta Sanz. 240 páginas. Yo he leído la edición de Anagrama.
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