Cualquier delito puede aprovecharse
Nightcrawler o una explotación del periodismo de sucesos que roza la autoparodia. Accidentes, incendios, robos, asesinatos, cualquier delito es bueno para Lou Bloom, un joven interpretado por el actor Jake Gyllenhaal que descubre por casualidad las suculentas posibilidades monetarias de grabar en vídeos los hechos más morbosos que suceden en Los Ángeles.
Jake Gyllenhaal en Nightcrawler. |
Dan Gilroy dirige esta película en la que destacan un guión con giros cada vez más enfermizos, la sensación de que Los Ángeles es un lugar sin ley y la interpretación de Jake Gyllenhaal. El actor se mete en un personaje sin escrúpulos, capaz de traicionar a los que le rodean y de recurrir al chantaje y a la manipulación (mental y material) para conseguir su único fin: ganar dinero.
El rostro de Gyllenhaal es la propia Nightcrawler: una cara que mira sin mostrar empatía a una persona a punto de morir, que coacciona sin que se le borre la sonrisa y que miente sin apartar la mirada. Lou, un personaje que roza la psicopatía, da miedo. Su jefa, Nina (interpretada por Rene Russo), tampoco se queda atrás en su ansia por mostrar cada vez más sangre a los telespectadores.
La película de Gilroy de primeras entra en el género thriller, pero al final se ve como una sátira sobre cómo funciona el negocio del periodismo. A medida que Lou se adentra en él, la grabación de imágenes morbosas se convierte casi en una droga que le lleva a cometer actos cada vez más macabros/disparatados. En Nightcrawler a todo el mundo se le ha ido la olla.
Nightcrawler. EE.UU., 2014. Dir.: Dan Gilroy. Int.: Jake Gyllenhaal, Rene Russo, Riz Ahmed, Bill Paxton.
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