De la fiebre, creación
Las mejores obras literarias, para muchos, surgen producto de estados desvitaminados como la tristeza o la melancolía. La enfermedad es el germen de El libro de la fiebre, una obra corta de Carmen Martín Gaite que ni es puramente lírica porque no está en verso, ni puede clasificarse de forma ortodoxa como novela ya que no relata acontecimientos que lleven a algún puerto. Lo que este libro narra son las experiencias de la escritora salmantina durante la fiebre que padeció a finales de la década de los cuarenta.
Aunque padecer quizá no sea la palabra más adecuada para describir cómo vivió Martín Gaite aquella dolencia. Más bien al contrario, al leer el libro descubrimos que la autora disfruta entre tanto delirio, pues ese estado le permite conocer sitios que, de estar sana, no hubiera podido ver. La cama se convierte en el espacio desde el que viaja a través de la imaginación, lo cual permite transgredir las paredes de la habitación hasta límites insospechados, sin ningún tipo de lógica ante la que rendir cuentas.
En El libro de la fiebre puede apreciarse a una grande de la literatura española aún en ciernes, que tiene miedos, que se plantea si esas páginas que escribe tienen algún valor o si las llena de acontecimientos huecos que a nadie interesan. Porque esta novela, llamémosla así, tiene dos partes: una de delirio propiamente dicho y otra de autorreflexión.
La primera es la más larga y en ella se relatan en primera persona y sin ningún tipo de timidez los pasajes surrealistas que pasan por la cabeza de la joven convalenciente. Es una narración en fragmentos, donde cada uno representa un sueño, una vivencia interior distinta, ya sea verse las caras con un hombre que da miedo, creerse en un incendio o subir cada vez más alto para alcanzar las estrellas. El segundo bloque coincide con la recuperación de Martín Gaite y contiene las conclusiones y las confusiones que le quedan de una fiebre que ya ha quedado atrás.
Parte del mérito de que estas páginas vean la luz es de Maria Vittoria Calvi, la encargada de revisar y ordenar el manuscrito inédito, lleno de tachaduras y renglones que apuran los márgenes en sentido vertical. Esto se comprueba en las reproducciones del cuaderno y de los apuntes de la autora, incluidas tanto en el interior del volumen como en la portada.
Ahí, saludando al futuro lector, está uno de los materiales donde la autora de Nubosidad variable estampó su letra: un sobre escrito por todas partes, del derecho y del revés. Una particular forma de ordenar los pensamientos que se corresponde con el carácter torrencial, fragmentario y surrealista de El libro de la fiebre.
El libro de la fiebre (1949), de Carmen Martín Gaite. 184 páginas. Yo he leído la edición publicada en la colección Letras Hispánicas de Cátedra en 2007.
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