lunes, 30 de noviembre de 2015

'Muerte entre poetas' | Ángela Vallvey

Escritores tan humanos como para matar


Ángela Vallvey quedó finalista del premio Planeta de 2008 con la novela Muerte entre poetas, una historia que se presenta a sí misma como "un guiño a las viejas novelas de Agatha Christie y a las guerras literarias de Pío Baroja". El primer guiño viene dado porque en el libro un hombre es asesinado con arma blanca cuando estaba reunido con otras personas en un lugar aislado. El segundo, porque esos individuos, el fallecido incluido, son escritores y poetas y se llevan fatal.


El lugar donde se ha producido el novelesco crimen es el Cigarral de la Cava, en Toledo. Catorce escritores habían sido reunidos allí por doña Agustina, que quería celebrar unas jornadas en honor de su difunto marido, un prestigioso autor. Uno de los invitados es Nacho Arán, un meteorólogo metido a poeta orgulloso por poder codearse unos días con los más insignes literatos hispanos. Pero además mantiene junto a su tía Pau y un adolescente hormonado un club de investigadores. Doble satisfacción para Nacho.

El muerto es Fabio Arjona, un escritor y erudito de la literatura. Nacho, animado por la euforia de su tía, intenta descubrir el móvil del crimen. Pronto averigua que todos los invitados en la casa tenían algún motivo para eliminar a Fabio. Entonces, no hay una situación mala (estar sin pistas), sino otra peor: tener demasiadas. Todos son potenciales culpables, todos guardaban rencores en el tintero, pero ¿quién de ellos no ha podido aguantar más y ha apuñalado a Fabio?

Muerte entre poetas es una novela entretenida porque combina esta trama con dosis de humor e incluso enredos amorosos. A pesar de que parte de un asesinato, en verdad no podría llamársele novela criminal o policíaca porque en el relato no apreciamos una investigación en toda regla, con sus pruebas y sus hipótesis. La historia se detiene muchísimo en las motivaciones de los personajes que engendran odio contra Arjona. Lo que realmente importa no es descubrir quién ha dado el paso de matar, sino cómo son los rencores que crecen en el alma, cómo son las relaciones en un ambiente en el que todos compiten contra todos y hay quien no juega limpio.

Ángela Vallvey proporciona la riqueza de múltiples puntos de vista. Nacho conoce los malos sentimientos contra Fabio de diversas formas: hay quien se lo cuenta todo en un torrente emocionado, hay quien prefiere remitirle un largo escrito, hay quien le proporciona breves retazos, hay quien casi no abre la boca. En este aspecto, la novela queda algo descompensada porque la explicación de algunos huéspedes es muy extensa y profunda en comparación con las de otros, por lo que unos resultan mucho más cercanos que otros casi insignificantes. Sin embargo, quizá exponer las razones de todos por igual hubiera resultado muy largo y generado una estructura repetitiva. Pero de un modo u otro, los escritores que transitan por Muerte entre poetas se convierten en irrepetibles compañeros de viaje.

La novela de Vallvey gana en su originalidad y diversidad, pues su mezcla de odios y humor y el amplio abanico de puntos de vista que adopta el relato la hacen ágil y fresca. Si bien el lector no sufre la tensión de encontrarse al asesino a la vuelta de la esquina, sí siente curiosidad por conocer qué relación hubo en el pasado entre los escritores y Fabio. Quiere avanzar porque cada cucharada de rencores que recibe es distinta en sabor y en forma. Muerte entre poetas toma como excusa un elemento criminal para divertirse mostrando que los escritores son igual de patanes, románticos, trepas y adorables que cualquier otro ser humano.

Muerte entre poetas (2008), de Ángela Vallvey. 360 páginas. Está publicado por Planeta.

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