viernes, 12 de septiembre de 2014

'Firmin' | Sam Savage

Rata de biblioteca


¿Cuántas veces hemos oído aquello de "rata de biblioteca"? Cuando uno lee la novela Firmin, de Sam Savage, es fácil encariñarse de ese tipo de personajes, en concreto de una rata macho. Sí, no es un ratón mimoso y suave, sino una rata fea y descarnada, como el propio protagonista se describe a sí mismo. Pero la historia que cuenta está llena de ternura y sensibilidad.


Corre la década de los sesenta y Flo, una rata vieja, gorda y casi siempre borracha vive en el sótano de una librería de Boston. Allí da a luz a trece vástagos, pero solo tiene doce pezones. Por ello, Firmin, el último en nacer, tiene que alimentarse de páginas de libros: la rata devora literalmente historias desde pequeño, lo que le permite desarrollar una inteligencia superior a la media de su especie.

A la vez, la malnutrición a base de celulosa lo convierte en un ser débil y rechazado por su familia, más preocupada por sobrevivir en el mundo real que por soñar con aventuras ficticias. Firmin intenta buscar el cariño del librero Norman y de los pintorescos clientes que visitan su tienda. Pero aunque aspira a integrarse entre aquellos humanos a los que considera sus iguales, no deja de ser un animal.

El estadounidense Sam Savage construye desde el punto de vista de la rata Firmin una historia de esperanza y resignación, que es la de aquellos que han dedicado gran parte de su vida a una pasión, la de leer, y que se han encontrado desajustes entre la ficción y el ritmo de la vida real. 

Cuanto más se ve zarandeado Firmin por las ventiscas del género humano, más se empeña en encontrar a alguien en quien confiar. Si ha leído tantas historias apasionantes en los libros, ¿por qué no iba a poder él vivir lo mismo? Quizá el animal ignore el funcionamiento de un mundo que la excluye, pero persiste en sostener la llama de la ilusión, aunque sea en una cerilla.

Firmin es un relato sobre la exclusión del diferente, sobre los éxitos y los fracasos al intentar entrar en mundos a los que, en teoría, no se pertenece. Para aliviar el tono, en el libro sobrevuela cierto sentido del humor cuando valoramos las ocurrencias y la inocencia del roedor desde nuestra perspectiva humana.

A pesar de lo agridulce de la historia (o gracias a ello), leer esta obra de Sam Savage deja con una sonrisa en los labios. Tiene su encanto reír y llorar con Firmin. Le tomamos por uno de los nuestros. Sí, a pesar de lo horrible que dice verse en el espejo.

Firmin (2006), de Sam Savage. Traducido por Ramón Buenaventura e ilustrado por Fernando Krahn. 224 páginas. Yo he leído edición de 2007 de Seix Barral.

¿Has leído Firmin? ¿Te gustaría hacerlo? Deja tus comentarios más abajo o en Twitter: @jescolart. ¡Gracias por leer esta reseña!

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