jueves, 7 de agosto de 2014

'La noche se llama Olalla' | Jesús Ferrero

Inocentes o culpables, la muerta los marcó a todos


Al poco de verlo recomendado en internet, descubrí que el autor firmaba en la Feria del Libro de Madrid. Así que fui al parque del Retiro a que Jesús Ferrero me dedicase un ejemplar de La noche se llama Olalla, segunda novela de la saga policiaca protagonizada por la detective Ágata Blanc.


La trama parte de la violación y el asesinato de la joven Olalla, hija de una mujer con una situación económica modesta, novia de un chico que la quería con locura y amiga de seres extravagantes. Ágata Blanc acepta el encargo de resolver el crimen, aunque para ello emplea métodos muy poco ortodoxos.

Que Olalla forme parte del título es significativo: a pesar de estar muerta, su presencia se siente en todas partes. Los personajes están marcados por Olalla, para bien y para mal. Incluso Ágata, la única en el libro que no la conoce en vida, la percibe tras de sí, en cada paso que da en sus pesquisas.

La culpa de esa omnipresencia la tiene el diario de Olalla, que sirve como fuente de pistas para reconstruir los momentos anteriores a su asesinato. Pero también es el vehículo para conocer los pensamientos de una chica enamorada, llena de sueños y proyectos y habituada a preguntarse los porqués de la vida.

De hecho, da la sensación de que la trama detectivesca es un pretexto para mostrar las verdaderas riquezas de la novela: las meditaciones vertidas por Olalla en su cuaderno y las reflexiones sobre la maldad

El amor, el sexo, la condición humana y la literatura son algunos de los asuntos sobre los que la joven escribe, sin saber que nosotros, lectores, vamos a hurgar en su mundo secreto. Y eso es uno de los grandes aciertos del libro, lo que sobrecoge: permitir que nos asomemos a la intimidad de una chica tan magnética que no debería morir nunca.

Pero, por desgracia, está muerta y la detective Blanc debe esclarecer las circunstancias del crimen. Mientras avanza en el caso, Ágata se topa con una lista de personajes turbios y ambiguos, rezumantes de sexualidad y de mal rollo (como debe ser en las historias de intriga), con los que mantiene diálogos rápidos que hacen avanzar la trama.

Si los fragmentos del diario de Olalla constituyen la parte luminosa e inocente de la novela, la investigación del asesinato saca a relucir los resortes de la crueldad humana. Además, se aborda la dicotomía entre justicia y venganza, términos que no quedan tan lejos, tal y como el lector de La noche se llama Olalla podrá comprobar... ¿con espanto o con satisfacción? Jesús Ferrero parece recordarnos que todos tenemos un lado oscuro.

Por último, queda felicitar a la editorial por la elección de la imagen para la cubierta. Se trata de la fotografía Waterfalls, de Gordana Hajinovic, que condensa la atmósfera de fragilidad, melancolía y negrura que llena la novela.

La noche se llama Olalla (2013), de Jesús Ferrero. 207 páginas. Yo he leído la edición de Siruela en su colección Nuevos Tiempos.

Quizá te interese: Entrevista con el autor, Jesús Ferrero.

Si has leído el libro o quieres comentar alguna cosa, puedes hacerlo más abajo o en mi Twitter: @jescolart ¡Gracias por leerme y compartirlo!

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