Trucos de amor ligeros
"Tenga un propósito o no, el mundo no está totalmente exento de magia".
(Eileen Atkins, Vanessa en Magia a la luz de la luna)
Una comedia romántica de época, ligera y elegante. Así podría definirse en una línea Magia a la luz de la luna, una película de Woody Allen ambientada en la Francia de los años veinte que cuenta cómo el mago Stanley (interpretado por Colin Firth) se propone desenmascarar a Sophie (Emma Stone), una supuesta médium que estaría tratando de sacar rentabilidad de sus poderes. Prometida del adinerado Brice Catledge (Hamish Linklater), la joven tiene fascinada a su futura suegra gracias a sus contactos con el espíritu de su marido fallecido.
Emma Stone y Colin Firth en Magia a la luz de la luna. |
Lo mejor de la película es la interpretación que logra Colin Firth del sarcástico y suspicaz Stanley, que en sus actuaciones se disfraza de mago chino y se hace llamar Wei Ling Soo. Precisamente por ser experto en ilusionismo y en caracterizarse para ocultar su verdadera identidad, Stanley es escéptico acerca de lo que no sea racional y tangible. Él sabe más que nadie que tras cada truco, por muy real que parezca, siempre hay una explicación. Hasta que se encuentra con Sophie, una muchacha radiante y enigmática que le rompe los esquemas: Stanley no puede demostrar su falacia y, además, se enamora de ella aunque no lo admita. De hecho, lo que no reconoce es el propio sentimiento de amor, ya que nunca antes lo ha experimentado.
El reparto de Magia a la luz de la luna también cuenta con tres veteranas a las que no se les puede sacar ni una falta: Eileen Atkins como Vanessa, la tía de Stanley que lo conoce más que él a sí mismo; Jacki Weaver como Grace Catledge, la inocente y bienintencionada madre de Brice; y Marcia Gay Harden como la señor Baker, madre de Sophie. Tres actrices que aportan clase (hacía mucho tiempo que no veía una película con varias mujeres de más de cincuenta años en papeles de cierta relevancia) a un reparto ya de por sí magnífico en el que solo queda mencionar a Howard (Simon McBurney), el amigo de Stanley que le incita a desacreditar a la médium.
Simon McBurney, Eileen Atkins y Colin Firth en Magia a la luz de la luna. |
Woody Allen da grandiosidad a su película con la elección de los escenarios: la mayor parte del metraje se desarrolla en la Costa Azul francesa. Los bosques, la cercanía del mar, el sol, la ausencia de ruidos: todos estos elementos transmiten una placidez envidiable. Sin embargo, el guión no se encuentra entre los más rotundos de Allen. Magia a la luz de la luna cuenta con momentos cómicos, el resultado general transmite simpatía y la elegancia marca de la casa, y el arranque de la película es muy ágil. Pero el desarrollo se hace demasiado pausado, a veces inapetente. A veces da la sensación de que el motor del relato se ha contagiado del sosiego que desprende la Costa Azul y se ha tumbado sobre la hierba a mirar el paisaje.
Magia a la luz de la luna es un filme tan cuidado y bien interpretado como ligero e intrascendente (lo que no significa que sea malo). Un entretenimiento deliciosamente rodado, inofensivo, sin grandes pretensiones y con un enorme personaje, Stanley, cuyo conflicto interior (creer o no en la magia y en el amor) deja un bonito mensaje: se gane o se pierda en el amor, es bueno dejarse llevar y disfrutar de lo que la vida tiene a bien regalarnos. Como dice el personaje de la tía Vanessa, "Tenga un propósito o no, el mundo no está totalmente exento de magia". Y esa magia no tiene por qué ser algo sobrenatural: basta con fijarse en quien tienes al lado, con una tarde frente al mar o con un momento de risa.
Magia a la luz de la luna (título original: Magic in the Moonlight) (EE.UU.-Reino Unido, 2014). Dir.: Woody Allen. Int.: Emma Stone, Colin Firth, Jacki Weaver, Eileen Atkins.
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