martes, 28 de enero de 2014

'Todos los hermosos caballos' | Cormac McCarthy

Jóvenes impetuosos como los caballos


La frontera suele ser un escenario que se presta a aventuras. Es una línea que separa un mundo de otro y esto es terreno abonado para los cambios, para lo nuevo. Dos adolescentes cruzan la frontera entre Texas y México en 1949 en Todos los hermosos caballos, una novela de Cormac McCarthy. El resultado es una historia sobre convertirse en un adulto y descubrir que la vida está llena de injusticias.


John Grady Cole, de 16 años, y Lacey Rawlins, de 17, se fugan de su pueblo montados a caballo con el deseo de convertirse en vaqueros en México. Ambos son amigos y no necesitan muchas palabras para entenderse. En el camino se encuentran con un joven que dice llamarse Jimmy Blevins y que los mete en varios embrollos. Pero el mayor problema llega cuando John se enamora de quien no debe.

Todos los hermosos caballos destaca por su honestidad: los sentimientos de los personajes no están edulcorados. Los dos amigos, que se comportan como hombres adultos, no se muestran cariño pero sí una lealtad sin fisuras. La tensión amorosa entre John y una joven mexicana llamada Alejandra, es pura necesidad.

Además de John, el otro gran protagonista de la novela son los caballos. Cormac McCarthy dedica muchas líneas a ensalzar el ímpetu de estos animales y a explicar cómo domarlos. Los caballos son la fascinación de los personajes, algo por lo que llegan a arriesgar su seguridad.

Los paisajes desérticos están descritos con lirismo y crudeza, evidencian lo pequeño que es el hombre frente a una topografía hostil. La escritura no tiene artificios, se dedica a contar hechos, y los diálogos son secos, pero lo suficientemente claros como para comprender el interior de los personajes. 

Todos los hermosos caballos me ha parecido una muy buena novela de iniciación, con un protagonista joven que no encuentra su sitio. La aspereza de los diálogos, de los caracteres de los personajes y del escenario impregnan al libro de fatalismo. Sin embargo, los caballos vendrían a representar el vigor y la hermosura de los muchachos, algo por lo que merece la pena luchar.

Todos los hermosos caballos (1992), de Cormac McCarthy (Rhode Island, EE.UU., 1933). Yo he leído la edición de 2011 publicada por el sello Debolsillo.

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